La dedalera

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Cerca del gran castaño de la casa de Inés y Antonio, en Reiriz, este agosto pasado se erguía la bonita dedalera de las fotos. La dedalera o digital (Digitalis purpurea) es una planta venenosa que se ha usado desde hace siglos con fines medicinales, y que por su agradable aspecto se utiliza también como planta ornamental. Las flores se asemejan a dedales de color púrpura, lo que explica muchos de los nombres con los que se la conoce, tanto en castellano como en otros idiomas.

Fue el científico inglés William Withering quien en la segunda mitad del siglo XVIII documentó los efectos de la planta, tras ver como una curandera del sur de Inglaterra la usaba junto con otra veintena de ingredientes en un remedio para los problemas de corazón, y deducir que era la digital la causante de la mejoría. Pasó varios años experimentando con diferentes preparaciones de distintas partes de la planta y en diferentes épocas del año, y describió la mejor forma (y más segura) de emplearla.

Actualmente se sigue cultivando de forma industrial para extraer de sus hojas la digitalina, un activo tóxico que se emplea para el tratamiento de muchas enfermedades cardíacas. De hecho, en su libro «Ecocidio», que trata de las extinciones en masa a lo largo de la historia, el sociólogo Broswimmer apunta que «hay más de 3 millones de norteamericanos con cardiopatías cuyas vidas durarían menos de 72 horas de no ser por la digitalina», en referencia a cómo el ser humano depende de la conservación de la biodiversidad.

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En uno de los cuadros más famosos de Van Gogh, «Retrato del Doctor Gachet», se representa un ejemplar de dedalera para aludir a la condición de médico del retratado.

Esta flor se ha asociado desde tiempo inmemorial al mundo de la magia negra y lo sobrenatural. Uno de los nombres que tiene en inglés es el de fairy caps, algo así como «capuchones de hada», quienes se decía que las usaban también como guantes, y que empleaban su jugo para romper hechizos. El folklore cuenta que vivían bajo tierra en los claros de los bosques donde crece la dedalera, y que una forma de atraer a las hadas a un jardín era plantando esta flor. En España se ha usado como amuleto para ahuyentar a las brujas, colgándola en los dinteles de las puertas.

Ya en el terreno de la literatura, en el relato corto «La hierba mortal», de Agatha Christie, la dedalera es la causante de una muerte que se quiere disfrazar de accidental, pero que finalmente se revela intencionada:

-Bueno, en realidad no hay mucho que contar. La hierba mortal es lo que me lo ha hecho recordar, aunque yo lo llamo salvia y dedalera.

-¿Salvia y dedalera? -preguntó el doctor Lloyd.

La señora Bantry asintió.

-Así es como sucedió. Arthur y yo estábamos en casa de sir Ambrose Bercy, en Clodderham Court, y un día, por error (un error que siempre consideré muy estúpido), cogieron un montón de hojas de dedalera entre la salvia. Aquella noche cenamos pato relleno con salvia y todos se sintieron mal, y una pobre muchacha, la pupila de sir Ambrose, murió.

[…]

-Creo que lo recuerdo, más o menos -replicó Mrs. Bantry-. Dijeron que la muerte fue debida a envenenamiento por digitalina. ¿Lo digo bien?

El doctor Lloyd asintió.

-El principio activo de la dedalera, la digitalina, actúa sobre el corazón. Por cierto, que es una droga muy valiosa para ciertas afecciones cardíacas. Es un caso muy curioso. Nunca hubiera pensado que tomar una infusión de hojas de dedalera pudiera resultar fatal. Se han exagerado mucho los daños producidos por comer hojas venenosas y bayas. Muy pocas personas comprenden que el principio vital o alcaloide ha de ser extraído con mucho cuidado y elaboración.

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